El senador liberal Luis Alberto Wagner, que desde 1989 ocupa escaños en el Poder Legislativo, afirma que en el Paraguay “hay una política de encubrimiento y protección a los grandes productores de soja, incluso a los brasileños que vienen a plantar en nuestro país. Ellos son delincuentes que utilizan tierras que debían ser para los campesinos, sujetos de la reforma agraria. Entre Alto Paraná y Canindeyú hay 70 comunidades indígenas que arrendan parcelas a colonos brasileños. En Paso Cadena, municipio de Itakyry, los arrendatarios pagaban Gs. 6millones de alquiler por año, además de mortadela y galleta”.
"Hay una política de encubrimiento y protección a los grandes productores de soja, incluso a los brasileños que vienen a plantar en nuestro país.".
Senador Luis Alberto Wagner
El legislador afirma que desde el 2009, él y varias organizaciones comenzaron a trabajar en la sensibilización de la población acerca de los daños que puede ocasionar el mal uso de agroquímicos. “En las comunidades la gente dice que los niños no pueden respirar, tienen alergias. Y últimamente aumentaron extraordinariamente los casos de cáncer. Hay niños con problemas de cáncer en la sangre y es terrible. Porque no sólo se usa glifosato, se usa 2,4 D, que a nivel mundial está prohibido”, puntualizó.
En el 2009, los registros de Senave indican que ingresaron al Paraguay 269.000 kilos de 2,4-D y 2.880 kilos de la fórmula compuesta por 2,4-D y Picloram; además de 187.000 litros de 2,4-D; 632.875 litros de 2,4-D con Amina; y 149.480 litros de Picloram + 2,4 D Amina. También entraron al país, 5.125.880 kilos de Glifosato, 6.828.880 litros del mismo agroquímico y 153.600 litros de Glifosato Sal de Potasio.
Según Wagner, las leyes de aplicación de agroquímicos están correctamente establecidas en el país, pero los órganos que deberían velar por su cumplimiento, defienden los intereses de los productores.
“Si se respetan las franjas de seguridad de 50 metros en caminos vecinales y de 100 metros cuando hay población cercana y se aplica el veneno con el viento a menos de cinco kilómetros por hora y con la temperatura adecuada, no pasa nada. Pero acá el que tiene que ejecutar sanciones, es el que protege al que está fumigando. La Policía protege al que está fumigando ilegalmente, El SENAVE, en vez de sancionar a quienes plantan soja hasta los costados de la ruta, alega que si no hubiera soja, habría suciedad. Y son ellos los que tienen que marcar las pautas”, añadió indicó el senador.
Rociado con agroquímicos en un camino de su comunidad hace unos años, el ingeniero agrónomo Simeón Aguayo también cree que hay “barreras políticas” para que el Estado vele por que se fumiguen los sojales respetando las normas.
“En el 2004, en la colonia Limoy, donde tengo mi familia, una vez volvía de la universidad caminando por la calle vecinal cuando me pasó encima una avioneta con la que fumigaban el sojal vecino. No sé qué veneno era, pero olía fuerte. Y me mojó entero. Tuve problemas respiratorios durante mucho tiempo”, cuenta el profesional que actualmente es director de Extensión Universitaria de la Facultad de Agronomía de la Universidad Nacional del Este.
Como director de Extensión Universitaria, Aguayo y sus alumnos asisten a pequeños agricultores en mejorar sus plantaciones de verduras y frutas. En muchos casos, asevera el ingeniero, escuchan quejas de que las plantas se secan y hay problemas de salud en las comunidades, debido a la fumigación de los sojales vecinos, donde no se respetan las franjas de seguridad. Como un emprendimiento de la universidad, ahora comenzarán a dialogar con los grandes productores, pidiendo su autorización para plantar ellos mismos, alumnos y agricultores afectados, los juncos y árboles necesarios para protegerse.
Además de los daños a la salud de la gente, Simeón Aguayo destaca los daños al medio ambiente que ocurren cuando las normas no se respetan en las grandes extensiones de cultivo de soja. “Cuando no hay franja de protección cerca de los cauces, cuando llueve la erosión arrastra los químicos hasta los arroyos y ríos, pero también arrastra restos de fertilizantes y ocurre la colmatación. Muchos arroyos pequeños desaparecieron así”, puntualiza.